sábado, 26 de diciembre de 2015

Día 1: Reencuentros en Marrakech

El inicio de una aventura de esta naturaleza es siempre esperado con gran entusiasmo por todos los componentes del grupo. Durante el día de hoy y procedentes desde distintas ciudades: La Coruña, Bilbao, Barcelona, Murcia, Valencia y Madrid, han aterrizado diferentes vuelos con un único destino: Marrakech. 


Los que llegamos por la mañana fuimos recibidos por Mustapha en el flamante aeropuerto de Menara, tras esperar la cola de inmigración pudimos finalmente encaminarnos hacia nuestro primer hotel, el  Palais Bahja, muy cerquita del aeropuerto. 

Para este itinerario donde el protagonismo se lo lleva las tierras del sureste desértico, hemos elegido este hotel como parada y fonda para continuar rumbo a las montañas por carretera y alcanzar la puerta del desierto, Ouazarzate. En otras ocasiones que llegamos hasta aquí con la intención de visitar en profundidad la ciudad de Marrakech, elegimos un Riad palaciego escondido entre las estrechas callejuelas de la antigua medina en las inmediaciones de la famosa plaza de Jamma Al Afna, el verdadero corazón de la ciudad. 

Para hacer tiempo y esperar a los que aún venían de camino fuimos al centro en nuestros 4x4 y pudimos tomar contacto con la gastronomía del país. 

Los archiconocidos "pinchos morunos" hicieron presencia en la mesa combinados con taliín de cordero, ensaladas y patatas fritas, todo ello en gran abundancia. Una vez hartitos iniciamos nuestra caminata por el zoco. 

El espectáculo de este enorme espacio abierto rodeado de callejuelas laberínticas repletas de todo tipo de tenderetes es impresionante y único. En la plaza, al final de la tarde, se combinan bailarines espontáneos, artistas de todo tipo, encantadores de serpientes, y de carteras ajenas con vendedores zumos, frutas, especies y cacahuetes, maquilladoras de jena, turistas, comerciantes, curiosos y músicos. Un bullicio incesante que viste de chilaba, hijab y sandalia. Vendedores ambulantes de todo tipo de juguetes y cachibaches regatean con tu paciencia mientras tratas de encuadrar una fotografía. Cruce de miradas y sonrisas, bienvenidas, gestos de complicidad y caras simpáticas. Entre el ambiente de humo, vapor, tambores, eslóganes en voz en grito en español de vendedores con divertidos eslóganes y todo tipo de olores y aromas, conversadores improvisados te preguntan tu origen para enlazar un amigable y sencillo intercambio de saludos futbolísticos. 

El grupo a duras penas se mantiene unido entre la muchedumbre, es un lugar apasionante. Alguien ve una terraza en un segundo piso en un gran balcón, "subamos allí y tomemos un té, debe haber una vista maravillosa para hacer una foto del atardecer". Allá que fuimos, un estrecha escalinata empinada daba acceso a un cómodo y recóndito local con una estupenda terraza desde donde se divisaba una perfecta postal de un colorido atardecer presidido por la torre de Coutubia, de la que se dice que es la hermana de la Giralda de Sevilla. 

Después del té y ya caída la noche volvimos a dejarnos ser engullidos por las callejuelas del zoco entre tenderetes de ropa, calzado, juguetes, pasteles, artesania y lámparas. Algunos hicimos nuestras primeras compras llevando a la práctica técnicas de negociación del regateo. Los vendedores aquí son sosegados, tranquilos y apacibles, la gente es muy amigable y se respira un ambiente de cordialidad que contrasta con el bullicio. Era ya la hora de volver al punto de recogida que habíamos concertado con Mustapha y regresar al hotel. 

Mientras Mustapha se acercaba al aeropuerto a recoger a los últimos de Filipinas, acordamos tomar unas narguiles o cachimbas de manzana, aunque nos supieron a anís, mientras comentábamos el itinerario..... de próximos viajes!, además de compartir fotitos y echar unas risas. 


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