sábado, 2 de enero de 2016

Día 8: Ait Ben Haddou


Como era de esperar, nadie quería que llegara esta jornada en la que cubriríamos la distancia entre Ouzarzate y Marrakech con la aparente idea de regresar hacia el aeropuerto y tomar el vuelo de mañana. Sin embargo, lo que parecía una jornada de transición, fué, al final, una de las etapas más espectaculares del recorrido.


Tras el desayuno buffet en el hotel regresamos a los coches, los botones del hotel agruparon las maletas junto a los coches y tras comprobar que estaba todo listo iniciamos nuestro largo viaje… hasta la esquina.


No, pasó nada, sencillamente que junto al hotel se encuentra la Kasbah Taourirt, una fortaleza de adobe que alberga un palacio construido en el siglo XVIII y ampliada en el XX por orden de Hamadi El Glaoui. Hicimos unas cuantas fotitos al entorno y continuamos nuestro camino.


Salimos de Ouarzazate por la carretera de Marrakech hacen el noroeste, pasamos de nuevo frente a numerosas instalaciones relacionadas con la industria cinematográfica. Pasamos por la población de Tazentoute y nos desviamos hacia el norte por una estrecha carretera en Tabourahte, nos dirigimos, paralelos al rio Asif Ounila en dirección norte, hacia Ait Ben Haddou, de visita obligada para todo aquél que se encuentre en la zona, y no por casualidad es una de las localizaciones cinematográficas más recurrentes.


Se trata de una kasbah o ciudad fortificada construida de adobe en la ladera suroeste de una colina a orillas de la margen izquierda del rio. La UNESCO lo tiene declarado como patrimonio de la humanidad y lo describe como “Formado por un conjunto de edificios de adobe rodeados por altas murallas, el ksar es un tipo de hábitat tradicional presahariano. El de Ait Ben Hadu, situado en la provincia de Uarzazat, es un es un ejemplo notable de la arquitectura del sur de Marruecos.”


Después de algunas paradas para hacer fotos panorámicas de la kasbah, llegamos al pueblo moderno. Nos encontramos al otro lado del rio en medio de una pequeña población muy modesta y humilde, con varios servicios de hostelería especialmente en la parte este, desde donde se divisa la antigua kasbah que se muestra ante nosotros majestuosa, en mitad de un entorno solitario, natural, árido y aparentemente inhóspito. Nos despedimos por un momento de nuestros choferes quienes nos han presentado a quien será nuestro guía para visitar la kasbah. Mientras caminamos por la vega del rio para ir hasta las callejuelas de la kasbah nos cuenta la historia del pueblo y algunas anécdotas del cine.


Aquí se rodaron escenas de películas como Babel, La momia, Lawrence de Arabia, Gladiator y otras muchas. A pesar de desarrollarse la actividad con respeto al entorno quedan vestigios como alguna decoración artificial de Lawrence de Arabia en forma de muralla y puerta que queda bastante bien con el conjunto arquitectónico, y la evidencia de lo que fue un pequeño circo romano de Gladiator junto a las edificaciones periféricas. Recientemente han construido un puente sobre el río que provee de agua corriente y electricidad a las pocas familias que aun viven en la antigua kasbah, seguramente a base de la venta de artesanía y souvenirs.


Alcanzamos las primeras casas tras cruzar el rio, que en este momento del año todavia son dos hilitos de agua que se pueden cruzar saltando de piedra en piedra. Normalmente había muchos niños ayudando a los turistas a cruzar, pero hoy no hay nadie, es posible que sea muy temprano aun, o que los niños ya no lo encuentren divertido o rentable.


El primer comercio es un taller de pinturas muy especial, la técnica que utilizan consiste en pintar con tinta invisible y luego hacerla aparecer colocando el lienzo de papel sobre una llama, obteniendo un efecto realmente magnifico. Continuamos caminando y lo que nos temíamos, las cuestas son continuas entre las estrechas y sinuosas calles, a cada paso, cientos de evocadoras tomas inundan nuestras cámaras en todos los ángulos, sobre nuestras cabezas, las casas de arriba, presididas por una torre de vigilancia, allá abajo, en el valle, el espectacular paisaje árido y el oasis sobre el que esta construida la kasbah, hacia cualquier lado, casas, pasajes, callejones, escaleras, túneles, arcos, terrazas, miradores y tiendecitas. Estamos solos en el lugar y realmente parece anclado en el tiempo, deshabitado, como sumido en un eterno sueño de tiempos ancestrales y aparentemente bien conservado. Es una verdadera maravilla alcanzar la cima de la colina donde se obtiene una vista panorámica de 360º. Bien merece ser visitada.


Regresamos hacia los coches utilizando esta vez el puente, no sin antes retrasarnos y dispersarnos entre fotos, compras y su respectivo regateo. El grupo ha disfrutado mucho esta visita y los ánimos vuelven a resurgir, “el viaje es una pasada, el recorrido es sorprendente”, asienten algunos mientras volvemos a ocupar los coches.


Continuamos la ruta hacia el norte siguiendo el valle del Ounila a través de una carretera tímidamente asfaltada, a veces compactada, con numerosas curvas y desniveles. La escena en la que la turista recibe un impacto de bala accidentalmente en Babel está rodada aquí. A la altura de Douar Anguelz la ruta traza una curva a izquierdas y seguimos rumbo oeste. Nos adentramos en el valle de Telouet, un paraje apasionante tanto por su belleza como por su soledad, por esta zona no transita nadie ya que la ruta que une Ouzarzate con Marrakech discurre más al sur, por las poblaciones de Tisserday, Targa y Agouim, tal y como hicimos al principio del viaje. Recorrer el valle de Telouet es captar la esencia del Marruecos recóndito, alejado del mundanal ruido y dominado la belleza del Atlas y los ríos y arroyos que descienden desde las cumbres y alimentan diferentes oasis en mitad del árido terreno, dando lugar a antiguos pueblos fortificados como el de Ait Ben Haddou que dejamos atrás. Y es que esta antigua ruta era la original que usaban las caravanas comerciales que iban y venían hacia las ciudades subsaharianas como Tombuctu. Telouet tuvo su momento de esplendor debido a que se encuentra al inicio de la jornada que habría de atravesar el atlas por el gran paso del Tizi-n-Tizchka. Hoy en día quedó olvidada por completo y queda como vestigio aun habitado de tiempos pasados.


Comenzamos a ascender a través de nuestra antigua ruta P1506 y alcanzamos un cruce, por la izquierda viene la moderna carretera que viene buscando el antiguo trazado hacia el paso montañoso. El paisaje y las vistas son espectaculares a través de barrancos descarnados y paisajes aéreos.


Alcanzamos el alto del puerto donde hay una serie de establecimientos que dan servicio a la carretera: bares, cafeterías, tiendas, etc… alrededor de una plaza dominada por un monumento erigido al paso montañoso. Hacemos una parada de descanso y al bajar del coche se siente el frío, la temperatura baja mucho en la montaña, puesto que estamos en una zona que debería estar nevada a estas alturas del año, pero no hay ni rastro. 

Reanudamos la ruta e iniciamos el descenso, pronto quedamos encajonados en el valle del rio Tischka en una sucesion de curvas y descensos trepidantes y majestuosos, esta cara es más humedad y el verdor comienza a vislumbrarse a lo largo de laderas ligeramente más fértiles. La carretera es sin duda una obra de ingeniería extraordinaria, especialmente esta cara, donde aparentemente es más vertiginosa. Continuamos nuestro descenso y ya el hambre acechaba, pronto llegaríamos a nuestra parada prevista en la pequeña aldea de Tizi Ait Barka. A partir de Toufiht, a unos tres kilometros antes, las poblaciones se irían dando solución de continuidad.


Nos dimos un nuevo festín alimentario en el que triunfó un aceite servido en un platito del que no podíamos parar de mojar pan.  Se trataba del famoso aceite de argán, y no era casualidad ya que el restaurante se encontraba junto a una Cooperativa que pasamos a visitar. En la entrada, unas chicas trabajan la semilla en sus diferentes fases para mostrar al viajero la elaboración de los aceites y jabones que se obtienen de este fruto arbóreo que crece desde las estimaciones del Atlas hasta las costas atlánticas de Esauira. Desde aceite de alta calidad gastronómica y sabor inconfundible, hasta diferentes lociones y jabones con diversas propiedades, especialmente hidratantes, antiacneicas, para la psoriasis, entre otras. A pesar de que en las cooperativas el precio no es negociable y puede ser un poco más alto que en un mercado, uno se asegura que sabe realmente lo que esta comprando y se participa así en una actividad de turismo sostenible que revierte directamente en beneficio de los componentes de la cooperativa, y por ende, de la comunidad local. 


Hicimos nuestras compras y reanudamos nuestro viaje hacia Marrakech. Llegamos al hotel antes del anochecer y aún nos quedaba tiempo para dejar las maletas en las habitaciones y llegar en los coches a la plaza de Jamaa el Fna, cerrando el círculo por completo y dándonos la oportunidad de cenar por allí. Aquí nos despedimos de Ismael, tenía que regresar al desierto ya que le esperaban viajeros en Errachidia a la mañana siguiente, así que emprendía un largo viaje después de despedirse del grupo y recibía los agradecimientos por su servicio, su simpatía y su buen hacer.


Volvimos a pasear casi por los mismos puestos mientras el sol se ocultaba en un ultimo atardecer auténticamente marroquí, dejando brillar las torres de las mezquitas, incluso las tatuadoras de jena recordaban al grupo y volvieron las chicas a caer en sus manos sin apenas oponerse. Alguna que otra tiendecita y así hasta llegar a un extremo del radio de acción de la plaza. El callejero aquí es algo impreciso y muestra un trazado laberíntico y ramificado, donde la mayor parte son callejuelas sin salida, de modo que decidimos caminar de nuevo sobre nuestros pasos y buscar aquella pequeña cafetería desde donde contemplamos el atardecer. A pesar de que no había nadie, no fue fácil acomodarnos en el pequeño salón del primer piso, fuera en la azotea hacía ya mucho frío, pero dentro, una vez todo dispuesto, era confortable y auténtico. El pequeño negocio era regentado por un matrimonio y esta debía ser parte de su propia casa, preveíamos que íbamos a comer bien, pero que habría que retrasar la hora de recogida que habíamos acordado con Mustapha para que nos recogiera. Degustamos unos magníficos pinchos morunos, entre otros platos de tendencia arabe, era nuestra última cena y a pesar de ello el grupo se mostraba animado e ilusionado con todo lo que habíamos vivido durante esta aventura. 

Con puntualidad británica, como había sido durante estos días, Mustapha y Hassan aparecieron en el punto de encuentro acordado a la hora exacta y regresamos al hotel, era el momento de organizarnos para los traslados hacia el cercano aeropuerto a la mañana siguiente, pues teníamos diferentes vuelos. 

Era el momento perfecto para ver qué bebidas espirituosas nos habían sobrado y echar algún trago  en uno de los apacibles saloncitos del hotel donde estuvimos comentando todo el viaje. Tampoco era plan de agarrarse una cogorza y tan solo pudimos mojarnos los labios con un aguardiente que habían traído los gallegos. Se inició así una charla recordando momentos divertidos y emocionantes de estos últimos días, que tan rápido se nos habían pasado pero tan intensos, que pareciera que todas esas experiencias y vivencias hubieran ocupado muchos más días.


El siguiente día sería un día de idas y venidas hacia el aeropuerto, ya que regresábamos en diversos vuelos, tan solo hacer reseñar aquí que por suerte no hubo imprevistos, retrasos ni inconveniencias más que el viaje se terminó y de ser una realidad, pasaba a ser un recuerdo imborrable en el interior de nuestro ser, nunca olvidaremos el buen trato recibido y la atención de Mustapha, Ismail y Hassan, que se desvivieron para que nuestro viaje fuera perfecto, así como de todo el personal de los hoteles, especialmente los del desierto, donde se vuelcan por completo. 


En definitiva, ha sido una aventura intensa y memorable, de la cual los organizadores de Amigos en Ruta estamos orgullosos y muy satisfechos, y esperamos tener la suerte de contar con vuestra confianza para tantos planes, viajes y experiencias que aun guardamos en nuestro tintero.

Muchas gracias a todos y en especial a los que habéis seguido este blog que termina aquí, deseando que hayáis pasado un rato agradable imaginando que estabais con nosotros, o a ti, que formaste parte del grupo, reviviendo desde los ojos de un servidor, esta trepidante aventura.

Y sabeís, lectores, seguidores, simpatizantes, amigosenruteros… ¡¡Nos vemos en ruta!!

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